Actualizado 06/04/2008 02:00

Charo Zarzalejos.- Legislatura a la carta

MADRID 6 Abr. (OTR/PRESS) -

Lo ha dicho Gaspar Llamazares y tiene toda la razón. El candidato a la Presidencia del Gobierno ha optado por acudir a la investidura con sus únicos votos. Es muy probable que en la toma de esta decisión José Antonio Alonso -amigo y portavoz_ haya sido una pieza importante. Fue Alonso uno de los que con más claridad vio, junto con José Blanco, en las postrimerías de la anterior legislatura, la necesidad de que el PSOE recobrara un perfil más propio, un discurso menos sujeto a no herir susceptibilidades ajenas por aquello del talante y de la necesidad de llevarse bien con todos, menos con el PP.

Los 169 escaños permiten, en primera instancia, esta autonomía, que a su vez facilita cubrir varios flancos: mensaje a los nacionalistas de que no son tan necesarios; discurso para tranquilizar a los sectores más de izquierda que han permitido el triunfo y mensaje subliminal al PP, al que parece no quieren dar razones de peso para un voto negativo.

Pero la investidura con ser importante nunca es el reflejo exacto de la legislatura. Y la legislatura que se avecina va a necesitar no sólo de más votos en el Congreso, sino de muchas complicidades para sacar adelante los problemas que de manera objetiva se dibujan en el horizonte más inmediato: Justicia, crisis económica, gestión del agua, financiación autonómica, y, desde luego, el 'conflicto vasco'.

La frialdad que se intuye en las próximas jornadas parlamentarias no es sólo táctica. Hay, en el fondo, un mayor nivel de exigencia al que será Presidente del Gobierno. CiU y PNV _grupos claves para la paz parlamentaria del Ejecutivo_ van a escuchar al candidato con el ánimo envuelto en un profundo escepticismo; con ellos no va a ser fácil establecer esas complicidades, que va a ser tan necesarias.

Por delante de CiU y PNV en poderío parlamentario está el PP. Rajoy ha adelantado que va a proponer cuatro grandes acuerdos de Estado, que va a escuchar y que él es Oposición. No hay un sólo gesto que haga pensar que el Presidente del Gobierno esté dispuesto a modificar sustancialmente sus relaciones con el principal grupo de la Oposición. Serán menos broncas, porque ni Alonso ni Sáenz de Santamaría son personas broncas. Ambos parecen responder a una estrategia premeditada de huir de la confrontación excéntrica y lenguaraz, pero si no hay complicidad en los grandes asuntos, la confrontación será inevitable.

Salvo que los hechos lo desmientan, en principio Gaspar Llamazares tiene razón: será una legislatura a la carta. Pacto aquí, pacto allá, para sortear las dificultades innegables con las que el Presidente se va a encontrar para gestionar su propia herencia. Cuando se apaguen los aplausos de la investidura, se inicia la legislatura que va a ser dura y difícil y ¡quien sabe! si larga.

Charo Zarzalejos

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