Publicado 06/06/2020 08:00

Fernando Jáuregui.- Los cuatro ex presidentes vivos, esos 'jarrones chinos'

MADRID, 6 Jun. (OTR/PRESS) -

Los cuatro ex presidentes vivos (norteamericanos), tres demócratas y un republicano, han censurado con mayor o menor mesura la actitud de Donald Trump ante la mayor crisis social a la que se han enfrentado los Estados Unidos desde hace décadas: la muerte de un negro a manos de un policía blanco, cuya actuación extremadamente cruel quedó reflejada en un vídeo que ha dado la vuelta al mundo, ha puesto en evidencia el innegable conflicto racial que sigue afectando al país considerado aún como el más poderoso del planeta. Los cuatro ex presidentes (norteamericanos) vivos se han sentido horrorizados, lo mismo que muchos altos mandos militares, ante la pretensión de Trump de lanzar al Ejército contra los manifestantes, crecientemente indignados.

Si usted recuerda, fue Felipe González, en una de sus frases sin duda felices, quien dijo aquello de que los ex presidentes del Gobierno son como jarrones chinos: que nadie sabe dónde ponerlos, pero no se atreven a tirarlos. Luego, la verdad es que el propio González, y los otros tres ex presidentes (españoles) vivos parecen haber asumido ese papel de jarrones, dedicándose más a lo suyo, o sea, a lo privado, que a asuntos de Estado que, en mi opinión, requerirían de su atención dada la impagable experiencia e información reservada obtenidas tras haber pasado por el cargo más importante e influyente del país. Pero, al menos, debo decir que han superado sus inquinas personales y parece que han llegado a entenderse bastante razonablemente

Cierto que en España no se vive, afortunadamente, una crisis social tan grave como la que afecta a los Estados Unidos, un fuego avivado irresponsablemente por su propio presidente y aspirante a revalidar el cargo. Y no digo yo que nuestros cuatro ex presidentes (españoles) vivos tengan que lanzar un comunicado conjunto o una toma de posición 'contra alguien' similar a la de sus 'colegas' estadounidenses. Ni Sánchez es Trump, claro que no, ni la situación en la sociedad española tiene remotamente que ver con la que se vive en los USA.

Pero sí digo que algo habrían de hacer 'nuestros' ex, algo más que sus esporádicas apariciones en foros diversos, ante el grave deterioro que se aprecia en algunos aspectos de la marcha de la nación. La Fiscalía, la Abogacía del Estado, el Consejo del Poder Judicial, la estabilidad territorial, la Administración central y periférica, la Guardia Civil, diversas comisiones de vigilancia de la competencia, las puertas giratorias, la debilidad en la separación de poderes, el deterioro al que se quiere someter a la principal institución, la Corona, evidencian disfunciones que precisarían algún toque serio de atención.

No cometeré la simpleza de culpar al actual Gobierno en exclusiva de este estado de cosas. Sin duda, tanto en las administraciones de González como en las de Aznar, Zapatero y Rajoy se cometieron demasías, errores, arbitrariedades, negligencias y meteduras de pata (y de mano) en mayor o menor escala, y algo de esto, junto con muchos aciertos, ha heredado Pedro Sánchez. Deberían haberse reforzado y modernizado leyes (comenzando por la Constitución), reformado la Administración y encauzado mejor el 'problema catalán', ajustando el Estado de las autonomías. Pero las circunstancias derivadas de la formación del actual Gobierno de coalición, los perversos efectos de la pandemia en muchos aspectos y las características personales de algunos miembros del Ejecutivo contribuyen a agravar una situación que yo calificaría como de 'debilitamiento progresivo del Estado'. Y de ruptura total del 'espíritu del 78'.

Nuestros ex presidentes, que muchas veces han declinado ejercer los que yo considero sus deberes de representación y asesoramiento en bien de la nación, habrían de tener una presencia pública algo mayor que asistir a algún desayuno 'político-empresarial' (Felipe González protagonizará uno pronto), mantener algún amable debate entre dos de ellos, escribir ocasionalmente algún artículo descomprometido y genérico con motivo de alguna conmemoración o publicar unas memorias (auto)laudatorias. El estatuto de ex presidente habría de reformarse, instando a los que tanto poder tuvieron sobre el conjunto de los españoles a asumir un papel más activo en defensa de la Corona, de las instituciones del Estado y de la concordia nacional.

Cierto que no estamos como los Estados Unidos en el desastroso trumpismo, que dejará al mundo peor de lo que lo encontró el muy peculiar mandatario. Pero no puedo evitar decir que, en mis muchos años de observador de la política española, jamás, ni en los años finales del felipismo, ni en el último tramo del aznarismo (11-m), ni en la crisis económica del zapaterismo, ni en los momentos más tensos del marianismo enfrentado a la crisis catalana de octubre de 2017, viví, como ahora, una sensación tan crispada en la ciudadanía, ni percibí una tan radical división en las dos Españas. Ellos, nuestros cuatro ex presidentes vivos, seguro que lo perciben con mucha mayor nitidez aún que usted o yo. Y a ellos, a su voz, concertada, creo que los necesitamos más que nunca. A veces, los jarrones chinos sirven para albergar los paraguas cuando arrecian las tormentas. O para, al romperlos, mostrar un clima de máximo cabreo.

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