Publicado 02/02/2025 08:01

Fernando Jáuregui.- La receta de Trump para España: más cañones, menos mantequilla

MADRID 2 Feb. (OTR/PRESS) -

El clásico enunciado de la 'vieja' economía política, 'más cañones y menos mantequilla', es la receta que al parecer nos prescribe el nuevo amo del mundo, Donald Trump. Desde Washington -y la OTAN de Mark Rutte también es ahora Washington--nos llegan susurros indisimulados que exigen a España un drástico aumento del porcentaje del PIB destinado a defensa, es decir, a aumentar las compras de armamento. Y el Gobierno español deberá, presumiblemente, virar también en esto: como carecemos de un Presupuesto en el que ordenar adecuadamente nuestro gasto armamentístico, Pedro Sánchez ha vuelto sus ojos desesperados al Banco Europeo de Inversiones que preside Nadia Calviño para obtener una financiación suplementaria para eso: más cañones.

...Y menos mantequilla. Porque Trump, que ha llegado arrasando literalmente el orden mundial, no solo impone aranceles disparatados a los productos de los países vecinos, Canadá y México, sino que ya ha dejado saber que próximamente aplicará la misma medicina a la Unión Europea, sobre todo a los países que en menor medida contribuyen a los gastos de la Alianza Atlántica, es decir, entre ellos a España (y Francia, las dos naciones más díscolas con la llegada del MAGA, Make America Great Again). Consta el temblor de voz de los exportadores españoles de productos agrícolas cuando se refieren a este futuro proteccionista dictado por Trump.

Comprendo que la pretensión -si es que tal es-de Sánchez de convertirse en una especia de adalid de la resistencia al trumpismo/muskismo es efímera y tal vez disparatada: pero, francamente, que toda previsión presupuestaria -si la hubiere-de un país tenga que quedar supeditada a la exigencia de los Estados Unidos para que dediquemos, en tiempo récord, casi un cinco por ciento del PIB a defensa, me parece no menos disparatado.

Apañados vamos si es Donald Trump, con todo lo que representa, quien dicta aquí las partidas presupuestarias. Especialmente, en unos tiempos en los que los cañones van a quedar relegados en cualquier conflicto por otras armas mucho más relacionadas con las ondas y la Inteligencia Artificial que con los tanques y los aviones F-35. Claro, no soy ningún experto -ni Pedro Sánchez, aquel que quería suprimir el Ministerio de Defensa, lo es--, pero, aun sin serlo, parece obvio que más valdría invertir severamente en IA que en carros de combate. Más en mantequilla -o mejor en aceite de oliva-que en submarinos bélicos. Más en drones para la paz que en drones para la guerra.

Vemos que el Gobierno está creando un gran 'holding' tecnológico en el que lo estratégico se completará con una nueva planificación armamentística y con la carrera espacial, en la que no podemos quedar relegados. A falta de detalles -aquí, la opacidad es una señal de identidad en nuestros gobernantes-- , no me parece un mal proyecto en un mundo que está virando en todo a una velocidad vertiginosa. Me parece que estos planes merecerían una mucho mayor atención en los debates parlamentarios y de expertos que ciertas manifestaciones, como la convocada para este domingo, acerca de no sé qué giros en torno a un decreto-ominibus tramposo y jurídicamente muy mal planteado.

El juego, señores, esta vez va de veras y es muy peligroso para nuestro bienestar presente e incluso para el futuro de la paz. Arreglen de una vez lo del fiscal general y lo del bono a los transportes, que son cosas que ya vemos que, si se quiere, se solucionan de un plumazo, y tomémonos en serio ese eslógan, ahora oportunista, con el que los sindicatos van a salir a la calle: "con los derechos de la gente no se juega". Yo añadiría: 'no se juega, míster president'.

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