Publicado 31/03/2022 08:00

Rafael Torres.- Hospital inhumano

MADRID 31 Mar. (OTR/PRESS) -

No he conseguido averiguar el nombre del hospital gallego en el que hace unos días falleció la hermana mayor de la periodista Cristina Saavedra, pero seguiré con la pesquisas porque se trata de un hospital inhumano, o, cuando menos, su gerencia.

En ese hospital indigno de ostentar el título de establecimiento sanitario, los familiares de los pacientes, muchos de ellos en cuidados paliativos, apurando los últimos momentos de sus vidas, no pudieron atenderles y acompañarles debidamente porque en el centro se estaba rodando una película. El hospital se había convertido en un set de rodaje, y los familiares no podían usar los ascensores, ni las escaleras, ni aparcar en las inmediaciones, porque alguien, la dirección, el Servicio Gallego de Salud o quien fuera había antepuesto las necesidades de un rodaje cinematográfico a las de los pacientes. Cristina Saavedra, como tantos otros, hubo de esperar a que concluyeran las tomas y sonara el ¡corten! para acceder a la habitación donde su hermana se estaba muriendo.

La vida está tratando muy mal, muy cruelmente, a la compañera Cristina Saavedra: el verano pasado murieron su hermana pequeña y su abuela en el espacio de unos pocos días, ambas de cáncer, y ahora el mismo mal ha fulminado a su hermana mayor. La pequeña dejó cuatro hijos, y ésta dos niñas adolescentes. Pero a ese trato bestial, devastador, que le está dispensando la vida, se suma el no menos bestial e indecente recibido en ese hospital donde se ruedan peliculitas mientras pared con pared del plató las personas sufren y agonizan.

Toda humanidad, humanidad de la buena, es poca donde las personas con la salud quebrada precisan un plus de sosiego, de afecto, de consuelo y de silencio reparador, y aunque al común de nuestros hospitales les falta un poco de todo eso, a ese donde Cristina Saavedra necesitaba apurar los últimos minutos con su hermana mayor le falta absolutamente todo. El destino ha despojado a Cristina Saavedra, en menos de un año, de tres trozos importantísimos de sí, y un hospital inhumano del que aún no sé el nombre, pero lo averiguaré, le ha robado algunos de los muy valiosos e irrecuperables últimos instantes junto a su hermana mayor.

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