Tranquilidad y encanto en Lisboa

Lisboa
Foto: SANDRA MARTÍN
Torre de Belém Praça do Comércio Rua da Agosta Convento de los Jerónimos Tranvía Arquitectura Interior del convento Estatua de José I
Actualizado: viernes, 9 mayo 2014 19:18

Por Elena González

    No son pocos los que una vez que visitan Lisboa regresan sorprendidos y encantados por la belleza y de la capital portuguesa.  Una ciudad llena de magia, presente en sus intrincadas y angostas callejuelas, sus empinadas cuestas, su valor histórico y arquitectura plagada de contrastes, que hacen que sea cada vez más visitada tanto por turistas españoles como viajeros de todo el mundo.

   Y es que, no en vano, se prevé que la capital portuguesa lidere el crecimiento de la ocupación hotelera en Europa el próximo año, con un aumento del 2,7%, superior al 1,1% esperado para este año, de acuerdo al estudio elaborado por PricewaterhouseCoopers (PwC) sobre tendencias en la industria hotelera, con el apoyo de la Asociación de Hostelería de Portugal y de la Asociación Turismo de Lisboa.

   Precisamente, la potenciación del turismo de esta ciudad sumada a las nuevas ritas aéreas que conexionan con ciudades europeas, se presentan como las causas de este aumento en la llegada de visitantes a los hoteles de Lisboa.

   A la hora de moverse por la ciudad, los taxis resultan una opción económica al comparar las tarifas vigentes en España, a la par que segura si no se conocen bien los recorridos del resto de medios de transporte disponibles.

   No obstante, no hay que irse de la capital lusa sin dar una vuelta en los míticos tranvías amarillos, más tradicionales que cómodos, puesto que suelen ir bastante llenos, si bien resultan ideales a la hora de evitar las abundantes cuestas que forman la orografía de la metrópolis. También existen ascensores urbanos que comunican la parte baja de Lisboa con la parte alta.

LA FORTALEZA DE LA CIUDAD.

      Uno de los puntos más visitados de Lisboa es la Praça do Comércio, una enorme plaza con la estatua de José I presidiendo el conjunto y circundada por soportales en los que es posible encontrar pequeños puestos de artesanía local.

   La Rua Augusta, eje de la reforma posterior al terremoto de 1755, es una de las principales arterias de la ciudad, y una de las zonas comerciales más destacadas, albergando algunas de las principales marcas internacionales de ropa, así como restaurantes y tiendas de 'souvenirs'.

   Desde esta majestuosa plaza, alzándose por encima de los tejados se encuentra el Castelo de Sao Jorge, construido por los árabes y una mezcla homogénea de elementos arquitectónicos producto de la mezcolanza de aportaciones musulmanas románicas y góticas.

   Una vez traspasada su puerta principal, encontramos atalayas que circundan el castillo y desde donde presenciar unas vistas inigualables, como la torre Central y la torre de Sao Lourenço .

    Existen otros accesos a la fortaleza como la puerta de la Traición y de Martin Moniz, que recibe su nombre en honor de un caballero del rey Alfonso Henriques, durante la conquista cristiana de Lisboa en el siglo XII, el cual interpuso su propio cuerpo para impedir que los árabes cerraran la puerta de uno de los accesos y las tropas cristianas pudieran cruzar las murallas.

   Otra de las joyas arquitectónicas de esta ciudad toma forma en el Monasterio de los Jerónimos, declarado Patrimonio d ella Humanidad por la UNESCO en 1983, junto a la Torre de Belém, monumento de gran belleza y sencillez.

   Una vez dentro, destaca la bóveda del transepto, con 25 metros de altura y desprovista de apoyos centrales gracias a una compleja red de nervaduras que dan lugar a un auténtico regalo para la vista de los visitantes. Resulta igual de interesante el claustro, al integrar las creaciones de tres arquitectos y, por tanto, tres estilos distintos.

PARA TODOS LOS GUSTOS.

   Salvo en zonas tan céntricas o algunos locales específicos, comer en Lisboa no resulta demasiado caro y la calidad y cantidad de los platos suele ser bastante aceptable, sobre todo cuando se trata del famoso bacalao tan típico de esta zona y presentado de 1.000 y una formas.

   El resto de pescados, frescos en su mayoría dada su proximidad al mar, también se convierten en un placer para el paladar, e incluso se les rinde homenaje un festival anual.

   El pollo a la brasas y la denominada 'espetada' resultan una opción ideal para los amantes de la carne. Eso sí, los autóctonos suelen seguir un horario más europeo y almuerzan más pronto, por lo que es bastante difícil encontrar un lugar que sirva comida a partir de las 3 de la tarde.

   Justo al lado del monasterio de los Jerónimos, también conocido como Santa María de Belém, se encuentra uno de los mejores y más antiguos establecimientos para deleitarse los tradicionales Pasteles de belem, cuyo olor hace realmente imposible salir de esta tienda-cafetería sin probar bocado.

   Se trata de  una especie de tartaletas con una texturas parecida a la leche frita con una base de hojaldre, que pueden tomarse acompañadas de café, para los más tradicionales, chocolate, parta los más golosos y cerveza para aquellos que disfrutan del contraste entre el dulce y el salado.

PLAN NOCTURNO.

   Aquellos que quieren disfrutar del ambiente nocturno luso acuden a la zona del Bairro Alto en la que se encuentran numerosos pubs donde tomar una cerveza o un cóctel. Las risas y múltiples conversaciones definen la esencia de sus calles transformadas con la caída de la noche, donde una multitud de personas de todo tipo acuden a sus locales y bares en busca de diversión nocturna.

   Sin embargo, también es posible encontrar un ambiente más sosegado y tranquilo en la zona de La Bica. Lisboa también ofrece diversas opciones de ocio específicas del colectivo gay como la zona de Rato, una especia de 'Chueca' lisboeta, donde se aglomeran locales de ambiente y lugares como Santos y Alcántara, por donde se mueven los estudiantes.

   Una vez que estos locales echan el cierre no son pocos los que se desplazan a la denominada 'alfombra roja', que recibe su nombre por el color que viste la calle peatonal arropada a ambos lados por numerosas discotecas, tanto gratuitas como de pago.

   Un poco más apartadas del casco antiguo, en la zona de Santa Apolonia  se ubican algunas de las macrodiscotecas más conocidas, similares a las que se encuentran en las grandes metrópolis de nuestro país como Madrid o Barcelona, como la discoteca Lux, una de las más animadas de Lisboa.

GASTRONOMÍA Y MÚSICA EN DIRECTO.

   Para los que prefieran un ambiente más relajado, el 'Clube Ferroviario' es una buena opción para tomar una copa y asistir a algún concierto.

   Una antigua zona de marineros como Casi do Sodré y prácticamente abandonada ha logrado florecer de nuevo con la llegada de negocios de ocio nocturno que consiguen atraer tanto a autóctonos como visitantes a esta zona de la ciudad. Cada noche, acuden a tomar una cerveza en alguno de sus abundantes pubs de estilo irlandés o a disfrutar de actuaciones en directo.

   No hace falta salir del área para encontrar otros locales o cafés que acogen a aquellos que aún no han saciado sus ganas de fiesta cuando el resto de estabñlecimeintos dan por finalizada la jornada.

   Algo tan agradable y un lujo para aquellos que viven en una ciudad interior como es cenar disfritando de la calma y el sonido del agua es posible en la orilla occidental de esta ciudad en alguno de sus bares o restaurantes que, además de buena comida, ofrecen unas vistas nocturanas excepcionales al río Tajo.

   ¿Y qué mejor que probar la gastreonomia portiguesa con música típica de fondo? Para conocer un pococmejor el alma de Lisboa a través de la música resulta casi imprescindible escuchar un Fado en directo, la canción por excelencia de la ciudad. Para ello, los restaurantes de fado de Alfama resultan el plan perfecto para conocer y deleitarse con este género musical típico de las raíces portuguesas.

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