El CNI homenajea mañana a los ocho agentes muertos en Irak en el décimo aniversario de su asesinato

Actualizado: jueves, 28 noviembre 2013 16:45

El espía que sobrevivió continúa trabajando en los servicios de inteligencia

MADRID, 28 Nov. (EUROPA PRESS) -

El Centro Nacional de Inteligencia (CNI) recordará este viernes a los ocho agentes que hace ahora diez años fueron asesinados durante la guerra de Irak, en un sencillo e íntimo acto de homenaje que tendrá lugar en la sede de este organismo, sin cobertura para los medios de comunicación, y en el que sólo está previsto que participe personal del centro, incluido su director, general Félix Sanz Roldán.

Una década después del trágico suceso, en el CNI no olvidan lo ocurrido, aunque consideran que han aprendido de ello, sobre todo a la hora de encarar otras misiones como pueden ser las de Afganistán y Líbano, las más largas en las que han intervenido las Fuerzas Armadas en los últimos años.

De hecho, la participación de agentes en este tipo de operaciones ha sido muy importante en labores normalmente no publicitadas pero que pueden contribuir de forma determinante al éxito o fracaso de una misión. Así ha sido, por ejemplo, la aportación del CNI en la lucha contra los artefactos explosivos improvisados (IED, por sus siglas en inglés) --dispositivos que han causado numerosas bajas entre las fuerzas internacionales desplegadas en Afganistán-- y de esta manera proporcionar la necesaria seguridad a las tropas para que puedan desempeñar su labor.

EMBOSCADA EN LAS AFUERAS DE BAGDAD

En la tarde del 29 de noviembre de 2003, ocho meses después de la invasión del país árabe, tuvo lugar el suceso más dramático en la historia de los servicios de inteligencia españoles: siete espías españoles murieron en una emboscada ocurrida a unos 30 kilómetros al sur de Bagdad. Viajaban en dos vehículos civiles sin ningún tipo de identificación y sin blindar que fueron atacados con granadas RPG-6 y fusiles Kalaschnikov.

Alberto Martínez, José Merino, José Carlos Rodríguez, José Lucas, Alfonso Vega, Luis Ignacio Zanón, Carlos Baró y José Manuel Sánchez Riera estaban realizando labores de reconocimiento cuando fueron atacados en la población de Lutayfiyah, una zona de responsabilidad norteamericana.

Merino, Rodríguez, Lucas y Sánchez Riera habían viajado a Irak sólo unos días antes y no se iban a quedar más de una semana. Su presencia en el país árabe se limitaba a una visita preparatoria de la misión que comenzarían a principios del año siguiente en sustitución de los cuatro agentes que ya estaban allí.

De los ocho espías que iban en el convoy, sólo sobrevivió Sánchez Riera, quien en medio del ataque y con heridas consiguió cruzar la carretera en busca de ayuda. Aunque se vio rodeado por una muchedumbre que en ese momento salía de una mezquita, recibió la inesperada ayuda de un noble de la zona que le protegió y así consiguió salir de allí sano y salvo. Una vez recuperado de las lesiones, se reincorporó a sus funciones en el CNI, donde hoy en día continúa trabajando.

Las imágenes de iraquíes, muchos de ellos muy jóvenes, pisoteando los cadáveres de los agentes españoles, mientras alzaban los brazos y hacían el signo de la victoria, dieron la vuelta al mundo. Fue un equipo de la cadena de televisión británica Sky News el que grabó la escena al pasar, sólo unos minutos después, por la zona del atentado.

EL PRIMERO, UN MES Y MEDIO ANTES

Pero junto a las muertes de estos siete agentes de los servicios de inteligencia españoles, hay que recordar el asesinato, sólo mes y medio antes, de otro espía, José Antonio Bernal, que ejercía como viceconsejero de Información de la Embajada española. Fue tiroteado a las puertas de su domicilio de Bagdad.

Sólo unos días después del atentado, a mediados de diciembre, el Gobierno anunció la detención de los presuntos autores del ataque, y meses más tarde fue arrestado también como presunto colaborador un iraquí que había ejercido como traductor de los propios agentes. Un año después fue puesto en libertad sin cargos.

En el momento del ataque de Lutayfiyah, España mantenía desplegados en Irak unos 1.200 militares dentro de su participación en la coalición internacional que derrocó a Sadam Husein. Sólo unos meses después, el Gobierno presidido por José Luis Rodríguez Zapatero ordenó la retirada de todas las tropas del país árabe.

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