Actualizado 16/11/2018 14:27

180 llamadas telefónicas es lo que le cuesta a un refugiado visitar un piso para alquilar

Campaña CEAR alquiler refugiados
Campaña CEAR alquiler refugiados - CEAR

   MADRID, 16 Nov. (EUROPA PRESS) -

 La Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) ha presentado una campaña bajo el lema 'Mételos en tu casa', con la que envía un mensaje a los propietarios de pisos en España para que no pongan trabas ni discriminen a las personas refugiadas que buscan una habitación para alquilar.

Actualmente, hay aproximadamente unas 300 personas refugiadas en los centros de acogida de CEAR en toda España preparadas para salir y buscar una vivienda en las próximas semanas. En total, CEAR cuenta con 1.200 plazas ocupadas en sus centros.

"Estamos cansados de oír cómo nos dicen 'Mételos en tu casa', una frase que están utilizando desde hace mucho los movimientos xenófobos y le vamos a dar la vuelta entre todos", ha propuesto la directora de CEAR, Estrella Galán, este viernes 16 de noviembre en una rueda de prensa en el Centro Cultural Daoíz y Velarde, en Madrid.

En concreto, con esta iniciativa, CEAR quiere sensibilizar a los arrendadores así como a las agencias inmobiliarias para superar las "discriminaciones" que están detectando los técnicos de vivienda, como por ejemplo, exigir a estas personas "cláusulas abusivas", decirles por teléfono que la habitación ya está alquilada cuando no es verdad solo porque son extranjeros, por el idioma, por su documentación --la tarjeta roja-- o porque consideran que no tienen garantías de que van a pagar todos los meses.

De media, según ha señalado la coordinadora de inclusión de CEAR, Raquel Santos, las personas refugiadas tienen que hacer 180 llamadas para una sola visita a un piso o habitación de alquiler.

Si bien, Galán ha asegurado que los propietarios van a tener todas las garantías para recibir el pago del alquiler cada mes pero que tienen que ser comprensivos con estas personas que se encuentran en una situación de vulnerabilidad, sobre los requisitos pues a veces se les piden varios avales o hasta cinco meses de fianza.

DESCONOCIMIENTO DE LOS ARRENDADORES

Algunas de estas dificultades las encontró la joven colombiana Ana Francelly, que llegó hace tres años a España "huyendo de la discriminación, de la violencia de género y de la indiferencia". Tras cumplir los seis meses en un centro de acogida de CEAR tuvo que enfrentarse a la búsqueda de una habitación, una tarea en la cual, a los elevados precios, se sumaron las dificultades añadidas por ser refugiada.

"Tuve una experiencia muy desagradable y triste en un barrio de Madrid, donde fui a visitar una habitación a través de un anuncio. Expliqué al dueño que necesitaba un recibo para justificar que iba a estar viviendo allí y me dijo que no, que su casa era su negocio y que lo había levantado sin ninguna ayuda y no tenía que firmar ningún recibo", ha recordado.

Para Mohamed Abderlrhaman, joven de 31 años refugiado procedente de Sudán, de donde huyó porque se encontraba en peligro, uno de los principales problemas es el desconocimiento por parte de los arrendadores. A este se suma la dificultad para comunicarse al no conocer perfectamente el idioma y la propia situación del mercado de la vivienda, pues no es fácil encontrar un alquiler de 350 euros en la capital.

"La gente no tiene suficiente información sobre los refugiados, sobre lo que está pasando en el mundo. Que la gente sepa quiénes son los refugiados: gente normal. Yo conozco refugiados que son médicos, que han tenido que dejar todo, su familia, su casa, para venir a empezar de cero", relata.

Asimismo, se ha dirigido a los propietarios para explicarles que el pago del alquiler es "seguro al cien por cien" en el caso de los refugiados. También ha denunciado las condiciones "inhumanas" en que viven algunos pero que soportan solo porque saben lo difícil que es encontrar una alternativa.

LA "MARCA" DE LA TARJETA ROJA

Además, ambos refugiados han puesto de manifiesto el problema en el que a veces se convierte tener como documentación una tarjeta roja, que se asocia, tal y como ha señalado la directora de CEAR, con una tarjeta de "penalti" pero que no es más que el 'Documento acreditativo de la condición de solicitante en tramitación de protección internacional'. "La tarjeta roja tiene como una marca pero en realidad es un documento normal, puedo hacer todo con esta tarjeta pero la gente no lo sabe", ha apostillado Abderlrhaman.

De acuerdo con las fases del sistema de protección y acogida a las personas refugiadas, tras una fase de seis meses en el centro de acogida, los refugiados deben salir a encontrar un piso y trabajo, siempre apoyados por los trabajadores sociales y recibiendo unas ayudas para el pago del alquiler, la luz, el agua, la alimentación y otras necesidades básicas. La tercera fase está destinada a la autonomía definitiva.

"Los refugiados son los inquilinos perfectos", ha defendido Galán, para hacer un llamamiento también a los medios y a los responsables públicos para que no promuevan un "discurso del miedo", hablando de "millones", porque "cala". Por el contrario, ha invitado a lanzar un mensaje "positivo" que ayude a la integración de estas personas.

-. Firma: LRS .-

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