"Vuelta al cole: esperanza frente a la barbarie". Por Raquel Martín Sacristán, de Entreculturas

Archivo - Niños palestinos tras un ataque del Ejército de Israel contra la ciudad de Gaza, en el norte de la Franja de Gaza (archivo)
Archivo - Niños palestinos tras un ataque del Ejército de Israel contra la ciudad de Gaza, en el norte de la Franja de Gaza (archivo) - Omar Ashtawy/APA Images via ZUMA / DPA - Archivo
Europa Press Sociedad
Publicado: miércoles, 17 septiembre 2025 9:32

   Según organismos internacionales, más de 18.000 niños han sido asesinados en Gaza desde octubre de 2023 (UNICEF/UNRWA, 2025). A ello se suma que al menos 625.000 niños y niñas han quedado sin acceso a la escuela, en un territorio donde Naciones Unidas ha confirmado condiciones de hambruna generalizada (ONU, marzo 2025).

   El caso de Gaza es el ejemplo más cruel de la vulneración sistemática de los derechos humanos, un ataque impune contra la sociedad civil en un contexto mundial marcado por el mayor número de conflictos armados desde la Segunda Guerra Mundial (Entreculturas, 2025) y un récord de desplazamientos forzados: más de 43,4 millones de niños y niñas son hoy desplazados internos o refugiados (ACNUR, 2024).

   Las amenazas contra la infancia no se limitan a Gaza. En distintos rincones del planeta, la vida y el derecho a la educación de millones de niños están bajo asedio. Las cifras son alarmantes: 250.000 menores siguen siendo reclutados forzosamente como soldados en más de 20 países (ONU, 2024). Más de 72 millones de niños en zonas de conflicto no tienen acceso a la escuela (UNESCO, 2023) y 272 millones de niños, niñas y adolescentes permanecen fuera de las aulas (Entreculturas, 2025). Las niñas tienen 2,5 veces más probabilidades de estar fuera de la escuela que los niños, y son un 90 % más propensas a quedarse fuera de la educación.

   El drama se extiende: tan solo en Sudán, se estima que casi 4 millones de niños menores de cinco años sufrirán desnutrición aguda este año, incluidos 730.000 en situación grave, con riesgo inminente de perder la vida. En Ucrania, el 70 % de la infancia carece de acceso a servicios básicos como agua potable, educación, alimentación adecuada o energía (UNICEF, 2025). Y en países como Afganistán, Myanmar o Colombia, las minas antipersona siguen convirtiendo el camino a la escuela en un terreno mortal (Human Rights Watch, 2024).

   A esta realidad se suma el creciente uso de discursos legitimadores de la violencia contra la infancia. En los últimos meses, algunas declaraciones de líderes religiosos y figuras políticas extremistas en Israel han llegado a justificar los ataques contra niños bajo la aberrante idea de que "podrían ser los combatientes del mañana". Estas expresiones, además de profundamente inhumanas, se producen en el marco de un genocidio y una violencia sistemática.

   La deshumanización no es exclusiva de los escenarios de guerra o conflicto abierto. En Estados Unidos y Europa, la niñez migrante es con frecuencia criminalizada, reducida a cifras y siglas, tratada como un problema antes que como una generación con derechos y dignidad.

   Mientras tanto, desde la sociedad civil global seguimos alzando la voz en una labor de incidencia pública no exenta de dificultades. Hoy, hablar de derechos humanos, de educación universal, de democracia, de sostenibilidad o de justicia puede ser visto como subversivo o, en el mejor de los casos, como un gesto ingenuo. A menudo, los movimientos pacifistas y ecologistas juveniles son ridiculizados o amenazados, lo que limita su libertad de expresión y participación cívica.

   Sin embargo, insistir en estos valores sigue siendo una necesidad urgente. La materia más importante en nuestra vuelta al cole. El derecho a la educación, a la salud, a la igualdad y a una vida digna no es solo una obligación legal de los Estados: es la única vía para impedir que las generaciones futuras crezcan bajo la sombra de la violencia.

   Los niños y niñas de hoy no son una amenaza, ni un "peligro potencial": son la promesa de un presente y de un futuro posible, si se les permita ejercer plenamente sus derechos y crecer en sociedades de paz.

   Garantizar para todos ellos -sin exclusiones ni condiciones- su derecho al aprendizaje, su acceso a la escuela en igualdad y su vida en dignidad es, en definitiva, la expresión más radical de esperanza frente a la barbarie.

   Por Raquel Martín Sacristán, directora de Comunicación y Relaciones Institucionales de Entreculturas

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