Refugiados rohingyas recurren a la pesca para dar de comer a sus familias en los campos de Bangladesh

Agradecidos por cierto "retorno a la normalidad", trabajan bajo durísimas condiciones y en la ilegalidad, incluidos los niños

Pescadores rohingya en Bangladesh
CLODAGH KILCOYNE / REUTERS 
Europa Press Internacional
Actualizado: sábado, 16 junio 2018 10:47

SHAMLAPUR (BANGLADESH), 16 Jun. (Reuters/EP) -

Algunos de los refugiados rohingyas en Bangladesh han decidido arremangarse y buscar trabajo en la industria pesquera del país, siempre bajo el radar de las autoridades y a cambio de comida y un salario mínimo.

A pesar de los beneficios que pudiera comportarles -- dinero, comida, cierto retorno a la normalidad -- se exponen a condiciones de esclavitud, bajo un sol de justicia y sin ningún tipo de protección. Hasta los niños trabajan.

La práctica es común especialmente en el campo de refugiados de Shamlapur por estar junto a una colonia de pescadores que faenan cerca de una de las playas más largas del mundo. Allí viven 10.000 refugiados rohingyas que han escapado de la persecución del Ejército birmano en su estado natal de Rajine.

"Solo por estar aquí hemos salvado la vida, así que estamos contentos, para empezar", ha explicado uno de los jóvenes pescadores rohingyas, Mohamed Yusuf, de 20 años de edad, que se gana por cada salida al mar entre un 1,20 y 3,60 dólares, al margen de comida que reparte con su esposa, Sobora Khatun, y su hija recién nacida, Rukia. Su hijo de tres años murió ahogado durante la huída a Bangladesh.

La familia forma parte de los 700.000 musulmanes rohingyas residentes en Bangladesh, la mayoría de los cuales viven en el campo de Cox's Bazar, en el sur. Sin embargo, los pescadores de Shamlapur parecen haber encontrado un modo de vida en el mar, a través de cierto acuerdo implícito con las autoridades y los locales, que les permiten desarrollar un trabajo muy similar al que hacían en su tierra.

Desde la llegada del grueso de los rohingyas en agosto de 2017, ha comenzado a florecer una industria de refugiados y pesca. Quien no sabe faenar, se dedica a cortar bloques de hielo para conservar las capturas del calor asfixiante. Otros reparan barcos o confeccionan redes.

Sin embargo, estas actividades todavía están lejos de ser un fenómeno extendido. La situación en Shalampur es que ahora dos de cada cinco exiliados dependen de un familiar con trabajo allí, y uno de cada 20 recibe ayuda financiera de familiares en el extranjero, según una encuesta del grupo de investigaciones migratorias Exchange Foundation.

Y viven en condiciones durísimas. "La mayoría sobrevive en refugios improvisados, y cualquier empleo tiene carácter ocasional, ilegal y estacional", según el grupo.

"UNA ESPADA EN MI ROSTRO"

Por un salario de entre 1,20 y 2,40 dólares, algunas mujeres rohingya trabajan secando peces en la cercana Nazirartek. "Es una vida mejor. Gano dinero", ha explicado Hasina Begum, de 30 años, ciega de un ojo tras recibir un sablazo de los militares. Fue hallada inconsciente cerca de un río, y trasladada por sus vecinos a través de la frontera.

La planta donde trabaja tiene una extensión de cincuenta campos de fútbol (unas 80 hectáreas), y maneja unas cien toneladas diarias de pescado. Junto a sus compañeras, Hasina trabaja bajo calor extremo, entre moscas y mosquitos para una industria, la de la desecación, que genera a Bangladesh unos beneficios anuales de 20 millones.

Trabajo del que los niños no están exentos. Desde el amanecer, los pequeños entran los botes en el mar o acompañan a los adultos en la faena a cambio de una pequeña bolsa de pescado que luego intercambian en las playas por fruta. Salen perdiendo en el trato, porque el pescado es la comida más valiosa.

Clogagh Kilcoyne / Reuters

Clogagh Kilcoyne / Reuters

Clogagh Kilcoyne / Reuters

Clogagh Kilcoyne / Reuters

Clogagh Kilcoyne / Reuters

Clogagh Kilcoyne / Reuters

Clogagh Kilcoyne / Reuters

Últimas noticias sobre estos temas

Contenido patrocinado