Actualizado 19/08/2011 14:00

Carlos Carnicero.- El Madrid en la era de Mou.

MADRID 19 Ago. (OTR/PRESS) -

Hay instituciones a las que uno respeta aunque no comulgue. Ocurre con el Real Madrid: tiene filias y fobias, incondicionalidades y desapegos, pero siempre se le reconoció que era un gran club de fútbol y una de esas instituciones que no se pueden desacreditar permitiendo que quienes la representan pierdan los papeles.

Florentino Pérez fichó a Mourinho en su filosofía de que obtener títulos permite cualquier tropelía: el fin, para él, justifica cualquier medio. Incluso tener un entrenador tan cesarista como para no poder convivir con Valdano. Ni con nadie: todo el poder para Mourinho.

No saber perder es el último eslabón de la degradación del fútbol: incitar a la violencia y practicarla es un estadio barriobajero que contamina lo que pueda quedar de noble en un deporte que es una hervidero de millonarios.

Observar como el entrenador del Real Madrid, después de una entrada asesina de Marcelo, se dirige con premeditación al segundo entrenador del Barcelona y le mete el dedo en el ojo es desolador.

Es un chulo de barrio bajo de los que no tendrían que tener cabida en el fútbol como tampoco debieran existir en la política ni en la sociedad. Es un barrabrava un ultrasur un peligro para el fútbol y el peor ejemplo para los jóvenes.

Está convirtiendo una plantilla de las mejores del mundo en un universo de segadores de piernas. Lleva el fútbol a la lucha tribal y al Real Madrid a una caricatura de lo que ha sido. Está consiguiendo lo que parecía imposible: que la gente ame al Barcelona, en España y fuera de ella, y empiece a preguntarse que le ha pasado al Real Madrid. Cuanto antes se marche será mejor para todos. Porque además, pierde.

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