MADRID 21 Ago. (OTR/PRESS) -
Con bastante probabilidad, el tiempo político que estamos iniciando tendrá muchos momentos hoscos y desapacibles, como corresponde a una temporada en la que sucederán una huelga general, unos presupuestos cruciales y las sucesivas y continuadas elecciones catalanas, municipales y generales. Todo en el año y medio que estamos iniciando. De hecho, ya tenemos algunos primeros encontronazos, tanto entre rivales como en el partido propio. Empezando por las primarias socialistas madrileñas, que a unos parecen deseables y a otros un error de "de libro".
Parece evidente que la pelea fraternal de Gómez y Jiménez, Tomás y Trinidad, deja indiferentes a pocos, dentro del PSOE y fuera de él. Lo normal es que el PP haya a aprovechado la tormenta interior para abundar en el desprestigio de sus adversarios. Es el caso del colaborador de Esperanza Aguirre, Francisco Granados, que abrió la veda contra Trinidad Jiménez recordándole algunos "hechos históricos", como su chupa de cuero o la Gripe A. A Granados se ha añadido otro proaguirrista, que no ha dudado en mencionar la presunta "falta de cuajo madrileño" y el acento andaluz de la aspirante a candidata socialista a la Comunidad de Madrid, Trinidad Jiménez.
Este "genio" del marketing electoral es el diputado popular madrileño Juan Soler, muy poco conocido en la Asamblea madrileña, pero que ha generado rechazo en la clase política, incluida la de su propio partido. Hasta el propio Soler se ha visto forzado a rectificar, y ha emitido un comunicado en el que pedía disculpas. En su blog, el portavoz adjunto en la Asamblea madrileña había colgaba unos días antes una entrada en la que se podía leer que la forma de hablar de la ministra de Sanidad "la hace más apta para Dos Hermanas o Vélez-Málaga, suena extraña y sólo aparece por aquí para aspirar a un puesto, le faltan fondo y cuajo madrileño". Jiménez no ha hablado del caso, pero si su rival y líder socialista en Madrid, Tomás Gómez, que ha condenado el "tinte discriminatorio y xenófobo" de Soler. Su compañera Bibiana Aído, ministra de Igualdad, se ha preguntado en su bitácora si los populares españoles "tienen tanta rabia" al acento andaluz porque "es el del progreso" y "la solidaridad".
El candidato del Partido Popular a la alcaldía de Vélez-Málaga, Francisco Delgado Bonilla, ha solicitado a su formación que expediente a Soler, con el que Antonio Beteta, consejero madrileño de Economía y Hacienda, ha marcado distancias al afirmar que "en Madrid ya no se pregunta de dónde se viene, lo que se pregunta es adónde queremos ir"... Dentro de los disparates entre políticos, cabe recordar que, en febrero de este año, la única diputada de Unión, Progreso y Democracia, Rosa Díez, respondía en CNN+, a las cuestiones que le planteaba Iñaki Gabilondo.
"Defíname a Zapatero", pidió él. "Zapatero podría ser gallego, en el sentido más peyorativo el término", contestó ella. "¿Y Rajoy?", volvió a preguntar el entrevistador. "Rajoy es gallego", contestó. Tanto el Bloque Nacionalista Gallego como el Partido Socialista de Galicia exigieron disculpas. Siete años antes, en 2003, el entonces presidente del Tribunal Constitucional Manuel Jiménez de Parga, dijo que "en el año 1000 cuando los andaluces teníamos varias docenas de surtidores de agua de colores distintos, en algunas zonas de las llamadas comunidades históricas ni siquiera sabían asearse los fines de semana". Cosechó críticas no sólo de los nacionalistas vascos, catalanes y gallegos, sino también de los socialistas de estas comunidades.
La tensión de los políticos y de la política puede incrementar estas divertidas, y lamentables, meteduras de pata entre colegas de la vida pública.