Publicado 14/12/2025 08:00

Fernando Jáuregui.- Lo único que Sánchez no puede hacer es no hacer nada

MADRID 14 Dic. (OTR/PRESS) -

El paisaje que ofrecen las portadas de los periódicos, de todos los periódicos, no puede ser más desolador para el Gobierno. A los casos de corrupción en el PSOE se han unido los de acoso sexual, que se multiplican, y el grito del principal socio, Sumar, que pide cambios inmediatos en el Gobierno, porque esto, me dice un simpatizante de Yolanda Díaz, "ya no puede seguir así ni un minuto más: ahora, lo único que Pedro (Sánchez) no puede hacer es no hacer nada, y más vale que vaya haciendo algo muy rápido". Le respondí que quizá este lunes tengamos ya algún anuncio de lo que se está cociendo en La Moncloa, y me replica: "pues yo creo que mucho más tiempo no le queda; este año no hay tregua de Navidad".

Sorprenden los silencios y la aparente normalidad que Sánchez y sus ministros quieren imprimir a una situación que a cualquier dirigente político le angustiaría: no habla sino que ver el rostro -desconocido para casi todos-de la secretaria de Organización del PSOE, Rebeca Torró, la sucesora de Abalos y de Santos Cerdán en el cargo, cuando este viernes comparecía, rara avis, en ruade de prensa: el partido que sustenta al Gobierno no tiene nada que aportar, más allá del 'actuaremos de forma implacable' contra la corrupción y el acoso sexual. ¿Y el Gobierno?¿Tiene algo que decir la fortaleza de La Moncloa ante el tsunami?

Siempre he dicho que Sánchez es un fuera de serie, y siempre añado que esto no debe necesariamente tomarse como un elogio. Varias veces me he equivocado ya previendo el fin de su carrera política, pero esta vez el deterioro institucional, orgánico y, sobre todo, moral, ha llegado hasta un punto que a mí se me antoja imposible -¿perderé varias cenas apostadas?-no solo llegar hasta el verano de 2027 tal y como estamos, sino ni siquiera llegar hasta la primavera de 2026, si estos titulares de periódicos de papel y digitales, noticiarios de radio y hasta de televisión, siguen al ritmo imparable al que van.

Sánchez comparece en rueda de prensa, de esas de final de curso político, pero esta vez algo anticipada, el lunes, aunque aún, cuando escribo, no la haya convocado formalmente en tiempo y hora; luego, por la tarde, la tradicional copa de Navidad con (algunos) chicos de la prensa, corrillos, supongo, incluidos. Es el momento de los conejos y las chisteras.

La Moncloa ya ha dicho a Yolanda Díaz, aún vicepresidenta que se aferra al salvavidas de la poltrona en el oleaje, que de remodelación generalizada en el Ejecutivo, nada. Y eso que hay que cambiar a la candidata Pilar Alegría para que se abrase en las elecciones de Aragón; que el titular de Interior se lleva a matar con la Guardia Civil; el de Justicia, con buena parte de los jueces; la de Sanidad, ahí, con huelga de Médicos; la de Hacienda, reñida con casi todo el mundo, incluidos los Presupuestos; el de la Función Pública, tensiones con parte de los funcionarios, aunque menos, que el Gobierno les cuida; el de Exteriores se las tiene tiesas con diplomáticos que protestan en alto*Pues claro que sería el momento de anunciar una crisis de Gobierno en toda regla, como primer paso regeneracionista. Pero Sánchez, que es como es, dice que no.

¿Seguirá anclado en el 'no' también este lunes, cuando nos mire a la cara a los periodistas que intentaremos -veremos si lo conseguimos varios-preguntarle? ¿Cómo es posible que se incumplan promesas en lo referente a convocar el debate sobre el estado de la nación, no merece la situación un congreso extraordinario del PSOE, no debería ensayarse una aproximación para acuerdos de calado con la oposición?¿Y anunciar que se somete, como han hecho los vecinos europeos, a una cuestión de confianza? Claro que todo esto, en puridad democrática, habría que hacerlo. Y claro que no lo hará, profundizando en el hundimiento personal y de su partido, un PSOE que ha prestado grandes servicios a España (y a la Corona, dígase lo que se diga) y que ahora nos tiene en la picota, más cerca de que le ocurra lo que a sus correligionarios franceses que de otra cosa.

Ardo en deseos de saber lo que Sánchez nos anunciará este lunes, tras un fin de semana de, supongo, intensa meditación. Lo único que no puede hacer, como me dijo alguien a quien tiene abducido, es no hacer nada.

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