Publicado 07/11/2024 08:01

Rafael Torres.- Aquél pollo con cuernos

MADRID 7 Nov. (OTR/PRESS) -

Aquél pollo disfrazado de mamarracho con cuernos que se despatarró en el sillón presidencial del Congreso de los Estados Unidos cuando, con otros miles de su cuerda, asaltó el Capitolio a instancias de un Donald Trump que había perdido las elecciones, estará hoy contento, tan contento como aterrada la parte de la sociedad norteamericana que no está moralmente enferma: Un delincuente del calibre de Trump vuelve a la presidencia de la nación todavía más poderosa del mundo, a esparcir en él desde ella el siniestro confeti de la maldad en todas sus formas.

Aquél pollo con el torso desnudo y el rostro pintarrajeados, tocado con un gorro de piel de mapache y cuernos de bisonte, se llamaba, se seguirá llamando aún, Jake Angeli, y era, seguirá siendo probablemente, un desequilibrado, pero representaba muy bien el espíritu trumpiano, tan bien que su imagen demenciada se convirtió en su icono. Era, cuando profanó el solar de la democracia estadounidense, un simple machaca, uno más del brutal plutócrata, y como machaca dio, al contrario que éste, con sus huesos en la cárcel. Durante poco tiempo, eso sí, tal vez por compasión del juez al habérselas con un desgraciado, con un lunático, apenas un par de años a la sombra de los tres y pico a los que fue condenado. Cuando salió, pidió que le devolvieran los cuernos, y al no conseguirlo se compró un traje blanco y anunció su intención de presentarse, ya que sin cuernos era otra cosa, candidato a un escaño en el Congreso.

Poco se sabe últimamente de Jake Angeli, al que le gustaba que le llamaran "Yellowstone wolf", pero seguro que hoy estará contento, como Putin, como Bolsonaro, como Abascal, como Miley, como Orbán, y, naturalmente, como Elon Musk, el tipo más rico del mundo con el que Trump se ha confabulado para ahormar la Administración americana a sus negocios y a sus trapis, a los de los dos. Cuentan con el refrendo "democrático" de millones de votos, emitidos por una masa ígnara que no tardará mucho en arrepentirse de haber trocado su condición de ciudadanos por la de machacas. Como aquél pollo con cuernos. Que a lo mejor ahora se los devuelven.