Publicado 27/02/2014 17:58

Más de 1.200 jóvenes han participado en los programas de integración mediante el deporte del proyecto B-Raval

MADRID, 27 Feb. (EUROPA PRESS) -

Más de 1.200 adolescentes han pasado por el programa B-Raval, un proyecto de la asociación Iniciatives de Solidaritat i Promoció que promueve la integración multicultural a través del deporte en el barrio barcelonés de El Raval, donde en 1,1 kilómetros cuadrados conviven unos 49.000 ciudadanos de más de treinta países "sin grandes conflictos ni estallidos sociales".

Así lo ha explicado el presidente de Braval, el centro de apoyo socioeducativo del que nace todo el proyecto, Josep Masabeu. Este pedagogo catalán que fue concejal del Ayuntamiento de Girona dice que la clave del proyecto es que "no es para inmigrantes, sino para todos los ciudadanos", aunque en su mayoría los beneficiarios son foráneos o hijos de extranjeros porque la mitad de la población del barrio lo es.

Masabeu destaca que, partiendo de esta base, hay que eliminar el resto de los estereotipos. Así, incide en que ni todos los inmigrantes son personas sin formación, ni todos proceden de países de fuera de la Unión Europea (hay más italianos y franceses en el Raval que ecuatorianos o chinos), ni sus creencias religiosas suponen un obstáculo para relacionarse, ni se dan problemas de convivencia. El único denominador común en este caso es la pobreza.

Por eso, afirma que "lo primero es dar de comer" y es así como inició su labor en el barrio, atendiendo a las necesidades más básicas de la población. "Después viene todo lo demás, la escolarización, la capacitación profesional y el acceso al empleo", concreta. En estos 15 años 250 chavales han conseguido así su inserción laboral, cuatro ya han finalizado estudios universitarios y otros 16 los están cursando.

Para ello, el punto de partida del proyecto es el deporte y la principal herramienta, los voluntarios, que dedican más de 15.000 horas anuales a Braval. De este modo, lo que empezó con un equipo de fútbol de chicos del barrio se ha ampliado con divisiones de fúbol sala y baloncesto, formando grupos multiétnicos que juegan en liga contra equipos de toda Barcelona.

Se exige a los chicos un compromiso de asistencia tres veces por semana (entrenamiento, partido y reunión de equipo) y se articula una serie de normas que deben cumplir para mantener su participación, como cumplir a diario en el colegio y presentar el boletín de notas al entrenador cada trimestre. "Aquí si no vas a clase, no juegas", señala Masabeu.

LA INTEGRACIÓN NO ES INTERCAMBIO DE FOLCLORE

La participación de los chicos es una forma además, de llegar a sus padres. "Cuando ven lo que hacen sus hijos se apuntan al carro de la integración", explica el experto. Sobre este asunto, sostiene que "si por multiculturalidad lo que se entiende es sólo intercambio de folclore, no sirve para nada".

"Todo este tema de la integración vista desde el conocimiento de nuestras costumbres y tradiciones y demás, quizá hay que replantearlo, porque igual que estos chicos están aquí hoy, en dos años pueden estar en Francia", añade. En su opinión, la clave es "incidir en el desarrollo personal" de los jóvenes, para que sea en el Raval o en cualquier lugar del mundo puedan encontrar su sitio. "Ya no les puedes decir que estudien porque así trabajarán aquí. Estamos en unas nuevas coordenadas", añade.

En este 'repensar' la inmigración, Masabeu advierte de que en no muchos años, va a haber que afrontar un problema: el de los hijos de inmigrantes que se han criado como españoles y que sin embargo, al cumplir los 16 años no tienen permiso de trabajo ni forma de acceder a él. Tampoco pueden acceder a cursos de capacitación porque para ello es condición estar inscrito en el Servicio Público de Empleo Estatal, y allí no te inscriben si no has trabajado antes.

Esta es una de las trabas que provocan que con los mismos puntos de partida, para bien o para mal, los hijos de los inmigrantes o los chicos venidos del extranjero "no tengan las mismas oportunidades" que el resto de niños y adolescentes del Raval. "Los hijos de los inmigrantes han bebido en casa el espíritu de lucha por salir adelante", apunta el experto, pero se tienen que dar las condiciones para que puedan hacerlo.