MADRID, 12 Sep. (Carlos Hergueta/Portaltic) -
El Apple Watch e incluso el Gear S de Samsung lo han dejado claro: los relojes inteligentes son a día de hoy un complemento para los 'smartphones'. Aún estamos lejos de ir por la vida únicamente con un dispositivo en la muñeca, incluso en el caso de que tengan su propia cobertura móvil, como es el caso del más reciente 'smartwatch' de Samsung.
El reloj de Apple era una auténtica incógnita hasta el mismo momento de su presentación. Finalmente, resultó ser un 'smartwatch' similar a los que hemos visto de LG, Sony o Samsung, pero con un diseño y una interfaz mejor pensados, con un futuro más prometedor gracias, además, a la popularidad del iPhone.
La duda sobre si sería o no autónomo también fue despejada: el Apple Watch es un reloj que necesita del teléfono. Hay que conectar con el iPhone para recibir notificaciones y contestar y también tener la cobertura necesaria para que funcionen otras aplicaciones. De esta forma, se convierte en una segunda pantalla para el 'smartphone'.
Esa ha sido hasta ahora la apuesta también de la mayoría de los relojes inteligentes que hemos visto de los principales fabricantes. Únicamente uno de ellos ha tratado de seguir otro camino con un reloj que sí que tiene su propia cobertura 3G: Samsung. El del Gear S es un buen concepto, seguramente el futuro, pero actualmente con pegas.
Dejando a un lado el enorme tamaño, para muchos excesivo, la interfaz del Gear S, que se parece demasiado a la de un teléfono, o el uso de Tizen, un sistema operativo que habrá que ver si consigue los apoyos y aplicaciones necesarias, la miga está en su concepto.
Cuando el reloj fue desvelado a finales de agosto, Samsung lo presentó como un dispositivo que "lleva la experiencia del móvil a la muñeca" y que "permitirá a los consumidores vivir una vida realmente conectada en cualquier lugar y en cualquier momento", dando a entender una gran independencia con respecto al teléfono.
Sobre el papel, con su propia cobertura 3G, efectivamente es así, pero la realidad es otra. Si lo usamos de forma totalmente autónoma, el Gear S tiene una autonomía de tan solo 3 horas, tal y como se confirmó en la IFA la semana pasada. Si lo enlazamos por bluetooth al móvil y aprovechamos la cobertura de este, el uso se prolonga -según Samsung- hasta los dos días de "uso normal". Es decir, una autonomía similar a la del Gear 2.
Esto quiere decir que efectivamente el Gear S da un plus en ese sentido si lo comparamos con otros 'smartwatches'. En momentos puntuales, como en la oficina si nos alejamos de la mesa para tomar un café o si salimos de casa a comprar el pan, podremos dejar el teléfono y aún así estar conectados. Podremos coger llamadas o responder a mensajes y a emails. Sin embargo, no será posible que nos olvidemos de él completamente.
La realidad del Gear S es que en el día a día habrá que utilizar el reloj inteligente como compañero del 'smartphone' y disfrutar de su independencia a ratos y sin abusar, si no queremos quedarnos con un reloj apagado en la muñeca el resto del día. En este sentido, es más parecido en cuanto a autonomía al resto de relojes inteligentes de lo que pudiera parecer.
Seguramente llegará el día en el que podamos llevar un único dispositivo 'wearable' encima que no necesite el 'smartphone' para estar conectado, haciéndonos la vida un poco más cómoda, pero no va a ser ni mañana, ni el año que viene. El consumo de las pantallas y procesadores tendrá que seguir haciéndose más eficiente y las baterías tendrán que seguir optimizando su tamaño hasta que volvamos a ese día en el que no llevábamos un teléfono siempre metido en el bolsillo o en el bolso.