Actualizado 27/11/2006 13:05

RSC.- Tribuna de Expertos: Isabel Ripa Juliá, Coordinadora de Organizaciones Sostenibles de la Fundación ECODES

"Organizaciones responsables, organizaciones sostenibles: la necesidad de la gestión sostenible como factor estratégico".


MADRID, 27 Nov. (EUROPA PRESS) -

En el Libro Verde presentado por la Comisión Europea en julio de 2001 se define la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) como la integración voluntaria, por parte de las empresas, de las preocupaciones sociales y ambientales en sus operaciones empresariales y en sus relaciones con sus interlocutores.

Desde sectores no empresariales es fácil identificar las oportunidades sociales y ambientales de la participación de las empresas, de las grandes por sus enormes recursos o por su globalidad, pero también de las pequeñas y medianas, por su cercanía a lo local, por su capacidad de adaptación o por su gran número, recordemos que en la Unión Europea la más importante forma empresarial (atendiendo a su número, contribución al PIB y número de trabajadores) son las PYMES.

La Comisión Europea, en su Comunicación al Consejo Europeo de primavera de 2005, afirmó: las empresas, incorporando la responsabilidad social, pueden desempeñar un papel clave a la hora de contribuir al desarrollo sostenible y reforzar al mismo tiempo el potencial innovador y la competitividad de Europa.

Para 2010 la unión Europea se ha marcado el objetivo de frenar la pérdida de biodiversidad, y por citar algunos más, tenemos los objetivos del Protocolo de Kyoto y los ocho objetivos de Desarrollo del Milenio, convenidos por todas las naciones del mundo en el marco de las Naciones Unidas, a alcanzar antes de 2015.

Conseguir el desarrollo sostenible no es un reto fácil, es un reto de dimensión global y con un gran número de frentes abiertos, distintos pero interconectados, a los que nunca antes el ser humano se había enfrentado: cambio climático, extinción de especies, deterioro de los ecosistemas, pobreza extrema o grandes migraciones por poner unos ejemplos. Las respuestas, que ya se están dando, parten de una nueva forma de hacer no ya lo mismo, si no también lo diferente. Este es el momento de unir imaginación, sensibilidad y conocimiento, de desarrollar la innovación, la creatividad y las alianzas.

Pero no son sólo las empresas las que deben practicar la sostenibilidad, organizaciones de todo tipo, tales como Administraciones públicas, fundaciones, asociaciones, universidades, colegios y otros centros de formación o entidades religiosas llevan a cabo acciones con repercusiones en los sectores económico, ambiental y social. Estemos en el ámbito que estemos, nos damos cuenta de que tenemos entre manos una responsabilidad demasiado grande como para no compartirla.

La famosa definición del término desarrollo sostenible que dio la Comisión Brutland, con sus limitaciones, tiene el mérito de alentar no sólo nuestro intelecto, sino también nuestro corazón. Apelando a un desarrollo sostenible que satisfaga las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones, consigue generar nuestra empatía, y alentar nuestro sentido de la justicia, no sólo en el momento presente sino también en el futuro.

La respuesta desde las organizaciones puede quedarse en lo anecdótico, avanzar hasta lo táctico o escalar hasta convertirse en factor estratégico. Puede considerarse parte de las políticas sociales o un elemento indispensable para construir y mejorar la reputación, pero sí las organizaciones quieren contribuir efectivamente al desarrollo sostenible deberán dotarse de los instrumentos adecuados para ello, ya que todas las áreas de la gestión necesitan ser responsables de la sostenibilidad.

La adopción de un sistema de gestión sostenible persigue que las organizaciones mejoren su desempeño en los ámbitos económico, social y ambiental, de una forma integrada y como factor estratégico. Un modelo propuesto es EMASplus, puesto en marcha de forma piloto en organizaciones de varios países europeos, incluido España, en el marco del proyecto Life "Organizaciones Sostenibles".

EMASplus, se basa en los requisitos del Reglamento (CE) Nº 761/2001 del Parlamento Europeo y del Consejo de 19 de marzo de 2001 por el que se permite que las organizaciones se adhieran con carácter voluntario a un sistema comunitario de gestión y auditoria medioambientales (EMAS), más conocido como Reglamento EMAS.

Este Reglamento tomó en consideración el que fuera Quinto Programa de Acción en materia de Medio Ambiente 'Hacia un desarrollo sostenible' en el que se destacaba el papel y las responsabilidades de las organizaciones para reforzar la economía y proteger el Medio Ambiente en el conjunto de la Comunidad.

EMASplus propone avanzar de la gestión ambiental hacia la gestión sostenible, incorporando como innovación a los requisitos del Reglamento EMAS el concepto de Responsabilidad Social Empresarial con sus aspectos sociales y económicos, formando un único sistema integrado de gestión institucional. La Guía EMASplus sigue un modelo de gestión 'Planificar-Hacer-Verificar-Actuar' (ciclo PHVA), un proceso de mejora continua que permite que una organización desarrolle e implemente su Política de Sostenibilidad con base en el liderazgo y el compromiso de la alta dirección con el sistema de gestión sostenible.

Este podría ser un camino esperanzador para el Reglamento EMAS actualmente en proceso de revisión y para el que se barajan diversos escenarios y propuestas de los distintos Estados Miembros. En España, el Ministerio de Medio Ambiente llevó a cabo un estudio de opinión (disponible en www.mma.es) sobre el futuro de este Reglamento.

Entre los resultados que se obtuvieron figura la conveniencia de que EMAS integre otros sistemas de gestión, entre estos calidad, prevención de riesgos laborales o RSC. Se destaca la utilidad de la declaración ambiental, y el interés por incorporar en ella información de otro tipo, en particular sobre seguridad y salud, acción social, y también, aunque en menor medida, económico-financiera.

Se considera conveniente la extensión del Reglamento EMAS fuera del ámbito de la Unión Europea, y se propone añadirle mayores elementos de diferenciación respecto a la norma internacional EN ISO 14001:2004, por ejemplo incorporando elementos de acción social, lo que reforzaría su carácter europeo. Por otra parte, es abrumadora la creencia de que el Reglamento EMAS no tiene el suficiente reconocimiento ni difusión, en particular entre la opinión pública y el mercado, lo que evidentemente no incentiva la aplicación de este instrumento.

Si volvemos a los orígenes del Reglamento EMAS que apoyaba la política comunitaria de medio ambiente, tendría sentido que en el futuro este Reglamento sirviera como herramienta para apoyar las políticas europeas, no tan sólo de medio ambiente sino también de desarrollo sostenible, entendiendo que para ello se requiere la contribución de las organizaciones, como así se destaca en el Sexto programa de acción en materia de medio ambiente y en la renovada Estrategia de Desarrollo Sostenible de la Unión Europea.

La gestión sostenible implica a todas las áreas de gestión y compromete al máximo nivel. El desarrollo sostenible implica a toda la sociedad y requiere del compromiso de cada una de las personas. La incorporación decidida de las organizaciones a contribuir al desarrollo sostenible tiene un doble beneficio: su contribución positiva hacia una sociedad mejor, y su contribución a la mejora de la propia organización. Se trataría de un ejemplo de relación en la que las dos partes ganan, de la generación de un círculo virtuoso de sostenibilidad.

Isabel Ripa Juliá.

Coordinadora de Organizaciones Sostenibles de la Fundación Ecología y Desarrollo (ECODES).