Testimonio de una víctima de maltrato: "¿Cómo voy a pensar que me va a echar ácido en la cara un hombre que me quiere?"

Un estudio revela que cuando la discapacidad sobreviene por violencia de género, conlleva pérdida de autoestima y de motivaciones

Europa Press Sociedad
Actualizado: viernes, 29 mayo 2009 20:09

MADRID, 29 May. (EUROPA PRESS) -

"¿Cómo voy a pensar que me va a echar ácido en la cara un hombre que viene a las tres de la mañana a verme por que me quiere?". Este es uno de los nueve testimonios de mujeres con una discapacidad sobrevenida por culpa de los malos tratos recibidos por sus parejas que el Ministerio de Igualdad elevó hoy al Consejo de Ministros, como parte de una investigación recogida por el Observatorio Estatal de Violencia sobre la Mujer.

El trabajo, elaborado por CIMOP y dirigido por la investigadora Cristina Santamarina, no tiene tanto un fin estadístico como ilustrativo de los efectos que la violencia de género puede llegar a tener en sus supervivientes, y constituye una primera aproximación sobre la relación entre el maltrato y la discapacidad que a través de las 'historias de vida' de las víctimas pone sobre la mesa uno de los aspectos más estremecedores de esta lacra social.

En concreto, se trata de nueve mujeres de entre 25 y 50 años de edad, con un perfil formativo diverso, procedentes de las "amplias clases medias urbanas que se constituyeron en España en los años cincuenta y sesenta", aunque en la actualidad, todas se encuentran debajo de esa media porque viven de las ayudas sociales a causa de la dicapacidad sobrevenida.

De ellas, una presenta tetraplejia, otra, una pérdida del 95 por ciento en su capacidad de audición; hay otro caso en que la mujer tiene quemaduras de tercer grado en el rostro y parte de su cuerpo y otros tres, de mujeres que se quedaron ciegas. Además, una de las interlocutoras desarrolló una paraplejia, y de los dos casos restantes, una tiene una discapacidad psíquica y, la otra, una discapacidad múltiple física y sensorial.

Sin embargo, todas coinciden en el mismo punto: coincidieron al tener la creencia de que pese a la forma de actuar de sus parejas, la ira no se descargaría sobre ellas. "Él es de comportamiento violento, sin embargo, estar a su lado no es peligroso porque a mí no me hará daño. A mí me quiere", pensaban las nueve mujeres.

Según el estudio, "estas mujeres no valoraron en ningún momento que el problema no es tan sólo que ellos sean violentos, sino que la relación es lo verdaderamente peligroso, que no hay personalidad violenta que no afecte al vínculo y a quien forma parte del mismo" y de hecho, "tan convencidas" estaban de su seguridad, "que muchas de las interlocutoras han tenido hijos con esos mismos varones".

Así, el trabajo expone que el razonamiento de las víctimas para tomar esta decisión giró en torno a dos argumentos. Unas pensaron que con hijos de por medio, él "cambiaría hacia mejor" y se volvería "más tranquilo y tolerante". Otras, creyeron que la maternidad les "permitiría una forma de compensación al hecho de estar con él y tener que soportarlo".

LA VERGÜENZA Y LA EXCLUSIÓN

Para los expertos involucrados en el estudio, estos razonamientos son fruto de diversos factores, entre los que destaca la falta de identificación de las víctimas como tales y la "vergüenza" a ser reconocidas así por los demás. Esta sensación "articula un profundo drama de padecimiento y a la vez encubrimiento del otro, por autocensura moral, lo que les ha dejado en constante exposición a formas de violencia cotidiana", explica el informe.

El rasgo diferenciador de estas víctimas respecto de las otras aparece con las secuelas del maltrato, ya que según el estudio, si toda situación discapacitante "implica alguna forma de exclusión social", cuando esta se ha producido por violencia de género, conlleva además pérdida de autoestima, vergüenza social y una desaparición de los objetivos de vida motivacionales.

"De forma recurrente, estas mujeres, más que excluidas como tal, lo que perciben es que de ahora en adelante y de manera definitiva, se sienten y serán incluidas en la exclusión como único horizonte posible de sus vidas futuras", concluye el trabajo, que recomienda reforzar el apoyo social e institucional a las víctimas de violencia de género.

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