RSC.- Tribuna de Expertos: María Luisa Álvarez Durante, Directora de Responsabilidad Social de la Fundación Carolina

"El papel de las Fundaciones en la responsabilidad social de la empresa (RSE)"

Europa Press Sociedad
Actualizado: lunes, 2 enero 2006 13:04
MADRID, 2 (EUROPA PRESS)

Después de la desaparición de los sistemas económicos centralizados y estatalistas, en los años 90 se produjo un rápido desarrollo económico en el primer mundo, caracterizado por la obtención de importantes beneficios para empresarios y accionistas.

Sin embargo, este desarrollo se realizó en buena medida a costa del mundo subdesarrollado, con frecuencia sin mejoras sustanciales en las condiciones de vida y de trabajo de los empleados del mundo en desarrollo, aprovechando las oportunidades comerciales de la globalización, mediante la deslocalización de empresas y sin respetar el Medio Ambiente.

Este hecho redundó también en problemas en el mundo desarrollado, que al tener que respetar los principios del estado de bienestar del que nos hemos dotado produjo desempleo al no ser competitivas las empresas.

Se ha demostrado que un crecimiento de este tipo no puede ser duradero y por tanto rentable a largo plazo. La inexistente aplicación de principios éticos al crecimiento económico y en la actuación de los gobiernos de las empresas termina dando lugar a actuaciones cuasi delictivas y por ende a la quiebra empresarial en algunos casos. La sucesión de escándalos financieros ocurrida en las grandes empresas norteamericanas (Enron, empresas consultoras) parece contribuir a demostrarlo.

Pero también gracias a la globalización, puede originarse un desafecto de los consumidores cada vez más concienciados e imbuidos de principios éticos incluso en sus actividades de consumo, que termina produciendo un deterioro de los beneficios, así como un retroceso en el desarrollo como sucedió a partir de 2000.

Se ha introducido de esta manera el convencimiento de que el éxito comercial y los beneficios duraderos para los accionistas pasan, necesariamente por un comportamiento orientado al mercado, pero socialmente responsable, que respete reglas y principios y no enfrente al consumidor con un dilema moral cada vez que consume productos.

Es pues algo ya indiscutible, contrariamente a lo que planteaba Milton Friedman en 1970 --"que la única responsabilidad social de la empresa es incrementar sus recursos con el objeto de incrementar sus beneficios"--, que en una sociedad como la nuestra, las empresas, además de crear valor para sus accionistas, deben actuar basadas en la legitimidad de su acción de modo que la realización de beneficios económicos sea percibida por la colectividad en la que se asientan como la contrapartida a las contribuciones que realiza la empresa para satisfacer las necesidades de la población y el bienestar colectivo.

Estamos creando un nuevo concepto de actuación empresarial en el que tienen un importante papel las partes interesadas en la actividad empresarial: empleados, clientes, proveedores y comunidades sociales donde se opera, esto es los denominados 'stakeholders'.

No se trata de que el denominado Tercer Sector o conjunto del tejido asociativo se transforme en el gendarme para vigilar que las empresas cumplan con los principios que hemos acordado que rigen una actuación socialmente responsable, sino que mediante la sensibilización de la sociedad se consigue que sea inadmisible y por tanto rechazada, tanto por los consumidores como por los propios accionistas, aquellas empresas que están dispuestas a obtener beneficios sin tener en consideración la necesidad de mantener un planeta sostenible.

Son cientos los foros de debate a nivel mundial, muchos los premios, los estándares, las consultorías, etc, que se dedican a esta cuestión, y en estas actuaciones tienen un importante papel las fundaciones y las asociaciones sin fin de lucro.

Este panorama de concienciación general en los valores, en la sostenibilidad del planeta, va a ir en aumento. Este hecho es positivo, porque se trata de valores que pueden conseguir la mejora de la sociedad y resultados favorables para las empresas nada desdeñables desde un punto de vista de los beneficios empresariales.

La sociedad actual es una sociedad de mercado pero desde una óptica progresista es indiscutible que hay que poner límites al mercado, sino estaríamos volviendo a los presupuestos de Adam Smith, que consideraba que la búsqueda del beneficio individual termina por producir la felicidad de todos, y eso ha quedado demostrado que no es exactamente cierto.

Así pues, la acción social o actividad filantrópica que llevan a cabo muchas empresas es algo bueno y benéfico, pero es cualitativamente distinto a la responsabilidad social, y en general esta acción social se realiza a través de las fundaciones, bien sean éstas creadas por las propias empresas y dirigidas totalmente por ellas o independientes.

Pero el papel que deben tener las Fundaciones para promocionar o ayudar a desarrollar la RSE no consiste ni mucho menos en realizar acciones filantrópicas, ya que eso sería a mi juicio incluso contraproducente con el objetivo marcado por lo que hoy en día entendemos por responsabilidad social.

Es bueno que las Fundaciones realicen acción social. Esto no se cuestiona. No sólo es beneficioso para la sociedad sino también para aquellas empresas que financian dichas actuaciones, ya que en general les generan importantes beneficios fiscales además de una imagen positiva.

Pero la tarea de las Fundaciones que quieran ayudar a cumplir los principios que se consideran como responsabilidad social, debe ser fundamentalmente sensibilizar, fomentar debates sobre esta cuestión, publicar informes, financiar congresos, etc.

En nuestro país hay bastantes Fundaciones que realizan ya esta labor y también hay otras que van más allá, incluso haciendo valoraciones y otorgando certificaciones. Esto último lo considero algo más cuestionable, ya que puede pasarse a ser juez y parte lo que no es muy aconsejable para mantener la objetividad.

Hay que decir también que hay una enorme diferencia en la labor que desarrollan las Fundaciones en países de nuestro entorno y en países en desarrollo. En general en estos últimos las Fundaciones realizan labores de filantropía o acción social e incluso sustituyen las funciones (educativas, sanitarias, etc.), que deberían ser del Estado y que en ocasiones es inexistente a estos efectos, por lo que en estas condiciones no podemos objetar que se realicen estas tareas, pero si sería deseable que no perduraran en un estadio más avanzado del desarrollo, ya que esto solo produce una acentuación de las desigualdades.

Hablar de responsabilidad social y trabajar por ella es importante, pero sustituir el Estado del Bienestar por el de la responsabilidad social, hoy por hoy me parece realmente arriesgado si queremos que la igualdad de derechos fundamentales sea una realidad para todos los ciudadanos del planeta.

Y, por supuesto, tanto las Fundaciones como las asociaciones debemos respetar en todas nuestras actividades, los principios en que se basa el concepto de responsabilidad social, es decir predicar con el ejemplo.

María Luisa Álvarez Durante.

Directora de Responsabilidad Social de la Fundación Carolina.

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