MADRID 17 Dic. (OTR/PRESS) -
Dígase pronto: pese al mensaje navideño anticipado del presidente del Gobierno -pieza cumbre del narcisismo político- no ha desaparecido la sensación de fin de ciclo que genera la acumulación de casos de corrupción, cuyos protagonistas son políticos vinculados en diferente grado con la estructura radial de poder creada tras la llegada de Pedro Sánchez a La Moncloa.
Ante semejante panorama, la única salida decente sería la convocatoria de elecciones. Que sean los ciudadanos quienes decidan si quieren pasar página relegando a la oposición a quienes ahora gobiernan o, por el contrario, sí estarían dispuestos a seguir respaldando al Gobierno y sus socios de ocasión. Rechazar esa posible salida , como pretende Sánchez, sería tanto como prolongar una agonía que va más allá de la política porque la falta de Presupuestos cancela multitud de ajustes y partidas destinadas a subvenir las necesidades de diversos colectivos, algunos extremadamente vulnerables.
Por no hablar de la creciente tensión social que no dejaría de incrementarse agravando la muy polarizada situación actual. Los casos de corrupción -con entradas y salidas de prisión - de personajes cuya cercanía a Pedro Sánchez son origen de escándalo dibujan un escenario cuya proyección internacional ensucia la imagen de España .Escándalos que se amplían al hablar de la ristra de dimisiones de políticos del entramado "sanchista" bajo sospechas de acoso sexual que han sido denunciados por sus propias compañeras del partido.
La situación es insostenible. En términos políticos agonizante y éticamente del todo rechazable. Frente a ese panorama ¿qué mensaje transmite Sánchez?: el que evoca Numancia, pero en este caso una resistencia sin otra épica que aguantar en la esperanza de que escampe. Pedro Sánchez ya no gobierna pero todavía manda oteando con inquietud la evolución de las pesquisas de la UCO (Guardia Civil en tareas de policial judicial) a la espera de ver cómo se va concretando el horizonte judicial que afecta a sus familiares y también a algunos de quienes hasta hace poco eran colaboradores políticos muy cercanos. Pese a su acreditada capacidad de escapista, si como parece la situación se complica no le quedará más remedio que tirar la toalla y convocar elecciones porque la situación política es insostenible. Aunque siga negándose es la única salida decente.