Steven Spielberg o cómo reventar su Caballo de Batalla

Caballo De Batalla War Horse
Foto: BUENA VISTA INTERNATIONAL SPAIN
Actualizado: viernes, 10 febrero 2012 18:35

MADRID, 10 Feb. (EUROPA PRESS - Israel Arias)

   Llega a los cines Caballo de Batalla (War Horse), la última y épica producción de Steven Spielberg. Una spielberada mastodóntica... para lo bueno, que es mucho, y también para lo malo.

   En su nueva superproducción Spielberg adapta la novela infantil escrita por Michael Morpurgo y eso también se nota... para bien y para mal. Bajo esta premisa hay que enjuiciar Caballo de Batalla, la historia de la especial relación de amistad que une a un joven y a un caballo que se ven separados tras el estallido de la I Guerra Mundial.

   Albert, al que da vida un mejorable Jeremy Irvine, es el nombre del joven que se empeña en adiestrar a un caballo de carreras como si un animal de granja se tratara. Él será quien acabe con el corazón destrozado cuando ve como su padre vende el caballo a la caballería británica para salvar su granja.

   Joey es el nombre del caballo al que seguiremos en su periplo por el frente francés. Allí él es, como todos en la contienda, un superviviente más que intenta sortear la muerte y la tragedia. A sus lomos conoceremos de primera mano las truculentas consecuencias que la Gran Guerra causa en ambos bandos.

   Un puñado de historias que tienen como nexo común a Joey y en las que Spielberg va encadenando momentos de irregular consistencia dramática. Y es que, en su empecinamiento por ofrecer un clímax épico y/o lacrimógeno cada pocos minutos, Spielberg satura el cabalgar de su corcel y lastra su historia con episodios que -en ese su intento por tocar la fibra del respetable- caen en ocasiones en el agujero del melodrama cursi y ñoño.

   Puede que la historia de War Horse necesitara respirar un poco más, trotar a paso ligero en lugar de ir de galope en galope intenso buscando la lágrima. Un fluir con mayor y mejor ritmo para no reventar a Joey.

   Pero el exceso de celo de Spielberg también se nota para lo bueno. Y mucho. Como ya ha demostrado en repetidas ocasiones, su talento a la hora de rodar escenas bélicas es colosal y Caballo de Batalla no iba a ser la excepción.

   La primera carga en la que participa Joey es simplemente para enmarcar. Lo mismo se podría decir de la otra gran secuencia de acción en el campo de batalla -esta sin Joey trotando por ahí- y también de otro buen puñado de planos que son deliciosas y grandiosas postales en movimiento. Imágenes que huelen a clásico por los cuatro costados. Quizás demasiado.

WILLIAMS Y HAROLD

   Además de su fotografía y de su magistral dirección artística, no podemos dejar de dedicar -una vez más- al menos una línea de rotunda alabanza a la música de John Williams, que tiene su sexto Oscar muy cerca. Huelga decir nada más del maestro.

   Son, por tanto, muchas sus virtudes y algunos sus defectos. Puede que a unos les baste lo primero para dejarles un plácido gusto en el paladar. Puede que para otros pueda más lo segundo y War Horse les decepcione y deje un mal sabor de boca.

   Yo soy de estos últimos. A Steven no le ha quedado la película redonda que pudo ser Caballo de Batalla. Y no es culpa de Joey. El caballo está mejor que Albert. Aunque eso sí, también aviso que si hay que arriesgar la vida en el frente para salvar alguno de los animales que aparecen en cinta... yo apuesto por la oca Harold. Ya entenderán por qué.