Actualizado 28/03/2014 13:54

100.000 firmas para desmontar las 100.000 las concertinas de Ceuta y Melilla

Campaña Esto hay que cortarlo
Campaña Esto hay que cortarlo - CEDIDA

Asegura que más de la mitad de los inmigrantes que entran en las ciudades autónomas son solicitantes de asilo

   MADRID, 28 Mar. (EUROPA PRESS) -

   La Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) ha lanzado este viernes la campaña 'Esto hay que cortarlo' para denunciar "los pozos oscuros" que suponen las fronteras de Ceuta y Melilla. El objetivo es  recoger al menos 100.000 firmas ciudadanas, una por cada cuchilla que corona las vallas alambradas, para pedir a Mariano Rajoy que las retire y exigir el respeto de los Derechos Humanos y la legalidad en las ciudades autónomas.

   La campaña (estohayquecortarlo.org) ha sido presentada en rueda de prensa por el presidente de la organización, Carlos Berzosa, y su secretaria general, Estrella Galán, que han comparecido junto a la periodista Mámen Mendizábal y el fotógrafo Luis Gaspar, colaboradores en la iniciativa; y el ciudadano de República Democrática del Congo Alain Diabanza, que entró en España a nado en 2005 por la playa ceutí de El Tarajal, la misma donde el pasado 6 de febrero perdieron la vida 15 migrantes.

   Para Galán, las concertinas son "el símbolo más visible de la violación de Derechos Humanos" que se produce en la frontera Sur, y desmontarlas, firma a firma de los ciudadanos, "un gesto" para decir que "esto hay que cortarlo". "Pedimos que se cumpla la ley, porque España es un Estado de Derecho garantista y si se aplicase la ley no habría ningún problema; que se habiliten vías seguras para la llegada de refugiados y migrantes y que se habiliten puestos fronterizos para pedir asilo", ha señalado.

   En este sentido, ha destacado que "más de la mitad" de las personas que entran en las ciudades autónomas proceden de países en conflicto y, por tanto, son susceptibles de pedir asilo: de las 1.500 personas acogidas en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes de Melilla, "al menos 700" son de estas nacionalidades. Sin embargo, "no hay ninguna posibilidad de pedir asilo" sino después de jugarse la vida saltando la valla o echándose al mar.

ESPAÑA HA DELEGADO EN UN "PELIGROSO GENDARME"

   En lugar de avanzar en esta dirección, CEAR denuncia que la tendencia es la contraria, con más medios para blindar las fronteras y Marruecos construyendo su propia valla. "Nos preocupa mucho la actuación de Marruecos, un país que no respeta los derechos humanos, que está al acoso y derribo de la población subsahariana, produciendo incluso fallecimientos, aunque se ocultan. Tenemos constancia de heridos incluso con la cabeza abierta, hacen dos y tres batidas todos los días en los montes", apunta Galán.

   CEAR considera que España "ha delegado" el control de sus fronteras "en un gendarme muy peligroso", espera que no haya fondos españoles en el vallado que está construyendo Marruecos y que si los hay, no hayan salido de las partidas de cooperación. En esta línea, la secretaria General pide "transparencia", para que los ciudadanos puedan saber "cuánto se está gastando en seguridad y cuánto se está recortando en cooperación al desarrollo".

   Asimismo, denuncia que en España se está promoviendo "un discurso del miedo" que, conforme ha indicado Berzosa, está basado en datos "que no son realistas" para crear "la idea de una invasión, de que los migrantes van a consumir la riqueza y los puestos de trabajo ya escasos", con el objetivo de "justificar las medidas represivas". Es lo que el presidente de CEAR denomina "la economía del miedo", una "deformación clara de la realidad" que crea "una alarma social" injustificada.

   Berzosa pone como ejemplo la incidencia de los políticos en la lucha contra las mafias. "La existencia de estas mafias que se aprovechan no debe hacernos olvidar la cuestión de fondo, que es la injusticia del subdesarrollo", ha señalado, para incidir en que "el mundo rico no ha hecho suficiente para que estos países lleguen al desarrollo".

ALFOMBRA ROJA PARA LOS DICTADORES AFRICANOS

   Lo que sí hacen, conforme ha denunciado Alain Diabanza, es poner "una alfombra roja" a sus dictadores. Este congoleño ha explicado que 3 millones de personas han muerto en su país en el conflicto abierto por el control del coltán, material esencial para la fabricación de tecnología, porque las multinacionales en lugar de sellar un acuerdo de importación, prefieren azuzar una guerra que les permita llevárselo con más beneficio. Estas empresas son de los mismos países que impiden ahora la entrada a los refugiados como él, según ha dicho.

   "Aquí tenemos cuatro millones de parados y parece el fin del mundo. Allí tenemos tres millones de muertos que no van a resucitar", ha sentenciado. Este y otros motivos le impulsaron a emprender el camino a Europa en el año 2002, cuando partió primero a Angola y después a Senegal. Llegó a Marruecos dos años después, y permaneció viviendo en los montes cercanos a Ceuta ocho meses más, esperando el momento oportuno para saltar lo que él denomina "la valla del trauma humanitario".

   "La primera vez me pilló la Guardia Civil, porque tienen una cámara que por más que uno se esconda, le localiza. La segunda vez, me eché atrás. Lo que daba más temor era ver a la gente que traía de vuelta todos los días la Guardia Civil, se la veía cortada en pedazos, los había que volvían con la espalda rota, destrozada por las concertinas (...) y venían con regalo. Llamábamos regalo a la marca del balazo (de pelota de goma) que traían todos", ha relatado.

   Diabanza sabía nadar, así que decidió intentarlo bordeando el espigón del Tarajal, que separa la playa marroquí de la de Ceuta. Se hizo con unas aletas y la cámara de un neumático y junto a otros compañeros se echó una madrugada al mar. Era el 11 de marzo de 2005 y la Guardia Civil le sacó del agua cuando se había adentrado más de un kilómetro en el agua. De allí al hospital, de allí al CETI y de allí, al centro para personas vulnerables de CEAR en Málaga, donde hoy, con permiso de residencia en vigor, es voluntario ayudando a otros como él.

   Dice que sintió terror cuando vio lo sucedido el pasado 6 de febrero en aquella playa porque su "única diferencia" con los 15 que murieron "es el tiempo". Asegura que no importa lo alto que se levante la valla "si cuando miras atrás no hay vida" y defiende el trabajo con los países de origen, contra las dictaduras. "Mi presidente el 2 de abril está invitado en Bélgica, capital política de la UE, y habrá alfombra roja. Un tío que está machacando a su país", ha lamentado.

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