Actualizado 18/12/2016 09:25

"Los migrantes sólo esperan una oportunidad. No merecen menos que una mano tendida". Servicio Jesuita a Migrantes

Una familia de migrantes llega a Málaga
REUTERS / JON NAZCA

"Donde nos jugamos nuestro futuro como sociedad es en la integración de aquellos que han venido para comenzar un nuevo proyecto de vida entre nosotros"

Autor: Jaime Pons M. -Servicio Jesuita a Migrantes España- Coordinador de Acogida de la Campaña de Hospitalidad de la Compañía de Jesús.

MADRID, 18

   Las personas migrantes han desaparecido del mapa. Sólo se oye la palabra refugiados, y demasiadas veces junto a la palabra crisis. Excepcionalmente se habla de inmigrantes, casi siempre como amenaza, y el debate sobre política migratoria ha quedado reducido a la sospecha y al control cuasi policial de la inmigración.

   El Día Internacional del Migrante invita a mirar la complejidad de la migración y a los retos que plantean la gestión diversidad y el hecho de que las personas migrantes siguen llegando. Conviven con nosotros, son nuestros vecinos y vecinas. Los más afortunados pasan desapercibidos, los menos, están invisibilizados y carecen de derechos. Pero todos buscan una sola cosa: una oportunidad para forjar un proyecto de vida entre nosotros.

   Los flujos migratorios se han tornado mucho más complejos. Emergen nuevos fenómenos que se entrecruzan con la migración económica. No es posible distinguir con claridad entre quienes vienen huyendo de la guerra o de la persecución, de aquellos que salen forzosamente de su país por causa de las vulneraciones sistemáticas de los derechos humanos o aquellos que vienen huyendo de la situación de violencia equivocada. Por ejemplo, quienes buscan protección contra la violencia de las maras en América Central o de los conflictos olvidados del África subsahariana, nunca recibirán asilo en España.

   Los conflictos armados, la violencia generalizada, la ausencia de gobernanza democrática o la falta de derechos y libertades, el control y la explotación de los recursos naturales, el deterioro ambiental y los desastres naturales, la pobreza y la desigualdad, son algunas de las causas de fondo que están detrás de las migraciones forzosas. Esto no surge en el verano de 2015 y no va a desparecer mañana, se trata de una realidad global y estructural. Más nos valdría ir pensando respuestas también estructurales.

   Estupendo, pero ¿a cuántas personas puede acoger España? A pesar de la crisis, de la llegada de los refugiados o de los miles de personas que en el último año lograron alcanzar, con gran peligro para su vida, las costas españolas o atravesar la frontera hispano-marroquí, el flujo de llegadas se mantiene constante. Desde hace años y, con relativo éxito, venimos acogiendo a más de 300.000 personas extranjeras cada año. ¿Un 5% más por las cuotas de refugiados es tanto esfuerzo?

   Cambian los motivos, las rutas, unas personas salen, otras llegan, muchas se quedan, pero vivimos en una sociedad cada vez más diversa. Sin embargo, si miramos el impacto de la pobreza, la tasa de riesgo de exclusión social (AROPE) o la incidencia del desempleo, se puede ver con claridad que las personas de origen extranjero y las segundas generaciones de inmigrantes, quedan sistemáticamente entre la población más vulnerable y enfrentan enormes dificultades para su integración y el acceso a derechos.

   Sin olvidarnos de las fronteras, de los refugiados, de las emergencias del movimiento migratorio o de la primera acogida de quienes llegan a España, debemos trabajar por la integración, la convivencia y la gestión de la diversidad en el largo plazo buscando la progresiva autosuficiencia del extranjero, el respeto a su identidad en un marco de tolerancia y pluralidad y promoviendo las distintas formas de participación de los inmigrantes en la sociedad de acogida. Donde nos jugamos nuestro futuro como sociedad es en la integración de aquellos que han venido para comenzar un nuevo proyecto de vida entre nosotros, y aquí no hay migrantes o refugiados sino conciudadanos que tienen la capacidad y la ilusión de contribuir al bien común. Sólo esperan una oportunidad. No merecen menos que una mano tendida.

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