BAGDAD 30 Sep. (Reuters/EP) -
Una media mensual de 500 muertes no puede ser considerada "normal" aunque la violencia haya descendido en Irak en comparación con los peores días vividos por las matanzas sectarias, según afirmó este miércoles el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).
"Hay una falta de respeto por la vida humana. Incluso si la seguridad ha mejorado mucho (...), aún hay decenas de personas que mueren diariamente", aseveró el director de la delegación de la Cruz Roja en Irak, Juan Pedro Schaerer.
La persistente violencia en Irak puede que haya desaparecido de los titulares del mundo, y al haberse alejado de la posible guerra civil que estuvo a punto de arrasar el país hace dos años puede ser una historia de buenas noticias, pero los civiles siguen soportando la carga de los ataques actuales.
Mientras que el número de ataques diarios ha descendido bruscamente desde el pico más alto de la violencia sectaria, en los años 2006 y 2007, los iraquíes aún caen víctimas de los atentados terroristas, como la colocación de bombas en las carreteras, los atentados suicidas y otro tipo de violencia.
La actividad miliciana se centra en las zonas en las que se mezclan las etnias en las zonas norte y centro de Irak, y la Policía local y los soldados son los objetivos principales. En agosto, el número de civiles muertos por disparos ascendió a 393, el mayor nivel desde abril.
"Es una preocupación real. Los civiles están pagando el alto precio de esta violencia en Irak (...), y en ocasiones da la impresión de que la vida se sucede como algo normal", afirmó Schaerer. Mientras la atención en Europa y Estados Unidos se centra en Afganistán, el Gobierno del presidente estadounidense, Barack Obama, está retirando las tropas de Irak como parte del plan para detener las actividades de combate el próximo mes de agosto.
Algunos temen que la violencia podría volver a estallar en el período previo a los próximos comicios nacionales, previstos para el mes de enero, y en los que se espera que el primer ministro, Nuri al Maliki, se enfrente a sus antiguos aliados.
El CICR pretende dirigir más recursos al norte de Irak, donde los ataques son casi diarios en Mosul, la violenta capital de la provincia de Nínive, y hacia la disputada ciudad de Kirkuk. Los kurdos, minoría en el país, reivindican esta ciudad, productora de petróleo, como su hogar natal ancestral.
"La idea es (...), aumentar nuestra presencia en los denominados territorios disputados, para estar más presentes en Kirkuk y, esperamos que dentro de poco podamos estar más presentes en Nínive", afirmó Schaerer. Las operaciones del CICR en Irak incluyen la distribución de ayuda, apoyar los proyectos sanitarios y de agua y visitar a los detenidos en los centros de detención iraquíes y estadounidenses, una de sus principales actividades.